sábado, 29 de diciembre de 2007

CERRADO POR "VACACIONES"

Como ya comenté hace algunas entradas —¡la Amenaza Fantasma!—, a principios de año me propongo empezar a escribir una nueva novela y no podré seguir dedicando a la promoción de Los Lobos de la Luna el mismo tiempo que hasta ahora.

Mi sistema para escribir exige mucho esfuerzo y dedicación. Tendré que documentarme, preparar uno o varios esquemas previos, desarrollar los personajes, "localizar" escenarios... todo eso antes de plantearme siquiera redactar las primeras líneas. ¡Y después todavía quedará escribir el libro! Un trabajo de chinos, como sabe todo aspirante a literato. Además habré de compaginarlo con el desempeño de mi actual profesión y también me gustaría seguir dedicando algún tiempo a la promoción de mi primera novela y mantener el contacto con mis lectores.

De momento —hasta que me desespere, lo mande todo a la mierda y me centre sólo en escribir, lo que acabará ocurriendo—, mi intención es dedicar un día a la semana —los viernes— a contestar la correspondencia y los mensajes que deja la gente en los diversos foros sobre Los Lobos. Pido paciencia y comprensión, normalmente contesto en pocas horas: eso ya no será posible. Pero pretendo seguir contestando a todo el mundo, quizá más en breve y con menos detalle, pero a todo el mundo. Hasta que me desespere, lo mande todo a la mierda, etc, etc.

Que Diox me coja confesao.

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domingo, 23 de diciembre de 2007

ALGUNAS REFERENCIAS MÁS EN SITIOS WEB

Reseño otras cuatro referencias a mi novela o mi humilde persona en diversos sitios web, algunas muy atrasadas siguiendo mi ya conocida costumbre —¡no te enteras, franky!—. ¡Lo siento! No tengo esclavos que barran la red por mí y la onda me llega cuando me llega...

Empezaré por la más reciente. ¡Ésta al menos sí que está calentita! La revista digital ALENARTE, dirigida y editada por Alena Collar, le ha dedicado una favorable reseña a Los Lobos de la Luna en la sección Referencias de su número de diciembre. El comentario es tan cariñoso y positivo que no me queda otro remedio que aclarar que ni conozco personalmente a Alena ni la he sobornado. ¡Dicho queda!

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Además, metiendo "lobos-luna" en Google —algo que suelo hacer de vez en cuando para darme un baño de "gloria"... más bien duchita, para qué engañarnos— encontré esta referencia a su vídeo promocional en la web NOTICIAS.INFO. Curiosa, cuanto menos.

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Y para acabar, dos menciones más (algo pasadillas de rosca, ambas son de hace meses) sacadas de los sitios "amigos" LA CÓLERA DE NÉBULOS y el DIARIO DRUIDA, weblogs a cargo del escritor Francisco Javier Illán Vivas, responsable también de la sección literaria de la web VEGAMEDIAPRESS. La primera es una reseña de mi propia página web FRANKQUASAR.COM y la otra, una colaboración mía: el comentario crítico que le envié sobre su interesante novela de fantasía heróica LA MALDICIÓN, la cual recomiendo a todos los aficionados a ese tipo de literatura.

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visitar el DIARIO DRUIDA

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jueves, 13 de diciembre de 2007

PROMOCIONAR MATA

Mi intención es empezar a escribir una nueva novela en 2008. Dado lo lento y concienzudo que soy en la planificación previa (y en escribir) difícilmente tardaré menos de un año en acabarla... tiempo durante el cual ni mucho menos podré dedicarles a este blog y la promoción de Los Lobos las horas diarias que empleo actualmente en tales labores.

Voy avisando para que mis fans —sonrisa obligada, please— sean comprensivos con el previsible apagón analógico que se avecina. A partir de enero sólo dedicaré un día a la semana a contestar correos, mensajes en los foros, actualizar FRANKQUASAR.COM y este blog, etc. Es decir, siete veces menos tiempo que el que le dedico ahora. Sí, amigos. Promocionar mata, es un trabajo a tiempo completo. Tened en cuenta que participo en más de 50 foros, recibo una media de cien e-mails diarios (sí, has leído bien, ¡cien!) y tengo en marcha o pendientes docenas de iniciativas más o menos promocionales que consumen hoy por hoy casi todo mi tiempo y esfuerzo. No me quejo de ello, desde el principio fui consciente de que si no me "vendía" yo nadie lo haría por mí... pero desde luego es imposible que, en estas condiciones, pueda centrarme en escribir otro libro.

En los próximos 15-20 días intentaré cerrar una serie de temas, entre ellos completar los "contenidos" de mi página web de una vez y después... otra vez a la carretera, como dicen los rockeros.

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miércoles, 5 de diciembre de 2007

DESLICES, LAPSUS, GAMBAZOS Y OTROS DESPROPÓSITOS

¿Qué libro —o película— que se precie no esconde alguna que otra "morcilla" en su interior? Para que no se diga que carezco de sentido del humor y que solo meto caña a los demás, aquí tenéis una relación somera de los gazapos más flagrantes que se pueden encontrar en mi novela Los Lobos de la Luna —señalados con enorme rapidez por los primeros en leérla—. ¡Gracias, amigos!

FALLO CIENTÍFICO Nº 1
¡ANDA Y QUE TE PUDRAN!

La estrella de mis lapsus. Varias personas me han alertado sobre la escasa verosimilitud del grado de descomposición del cuerpo que aparece en el prólogo, y del propio vertedero en sí mismo. ¿Moscas arremolinadas sobre un cadáver de dos meses? ¿Basura que se pudre durante 15 años? Otro lector también me ha señalado como poco probable que las aguas del río que discurre por el interior del vertedero permanezcan "negras" y contaminadas después de tanto tiempo.

nada se pudre eternamente... salvo el cerebro de los novelistas despistados

¿Qué puedo decir? Lo del cadáver lo "explico" por estar encerrado dentro de una bolsa —si cuela, cuela—, pero de lo otro mejor me callo: nada se pudre más allá de unos días y semanas… ¡Considerad el vertedero como una refinada metáfora de la degradación moral de nuestra sociedad, no como un lugar real!

FALLO SEMÁNTICO GRACIOSO
HIMPLA, QUE ALGO QUEDA

Un amigo me explicó que los felinos no gruñen cuando amenazan, eso lo hacen los perros o los lobos. ¡Himplan! Por lo visto hay una palabra especifica para el sonido que profiere todo bicho viviente: el toro bufa, el elefante barrita, el asno rebuzna, la oveja bala, el caballo relincha, el cuervo grazna, el zorro tautea y las panteras… himplan. ¿Cómo os ha quedado el cuerpo? ¡Exacto! Igual que a mí.

FALLO REGIONAL
¿QUÉ DEMONIOS ES UNA CARBONERA?

Este es leve. En la página 57 menciono que la fiera asesina sale de un edificio por el "ventanuco abierto de una carbonera", lugar donde aquí en Asturias solía guardarse el carbón de uso doméstico. En pleno siglo XXI debería haber utilizado "trastero", "sótano" o "garaje".

FALLO TÉCNICO IMPERDONABLE
UNA MANCHA DE GASOLINA, ¿EH?

Leo y Rita encuentran una mancha de "gasolina" en el aparcamiento de la planta de reciclado, lo que les lleva a deducir que allí aparcó un coche recientemente... Brillante, Franky. Sólo un pequeño problema: la gasolina no deja manchas. ¡Se evapora en pocos minutos! Debería haber escrito que era una mancha de aceite. Este es el típico fallo a lo Dan Brown que resulta "imperdonable" porque no requiere verdaderos conocimientos técnicos, basta con no estar pensando en las musarañas.

¡Pido perdón de rodillas! ¡Intentaré hacerlo mejor la próxima vez!


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sábado, 1 de diciembre de 2007

LOS DETALLES Y LA VEROSIMILITUD

¿Existe la ciudad que aparece en Los Lobos de la Luna? De no ser así, ¿estaba pensando en alguna en concreto al describirla? ¿Hay ciencia ficción en mi novela? ¿Es verosímil lo que cuento? ¿Dónde se desarrolla la acción? ¿Y cuándo, ya de paso?

Algunos lectores me han planteado estas y otras preguntas después de leer el libro. Intentaré darles respuesta y al mismo tiempo explicar las razones de determinadas decisiones artísticas que más de uno me ha señalado como "fallos", apreciación con la que no estoy de acuerdo, naturalmente. Quienes no han leído todavía Los Lobos de la Luna pueden estar tranquilos: no desvelaré nada importante de su trama o resolución. ¡No soy idiota! Al menos, no tanto.

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Vaya por delante que nada en mi novela es casual o un "error" inadvertido. Fallos de estilo o pequeños gazapos al margen, cada detalle está perfectamente estudiado, responde a un propósito concreto y es fruto de una decisión consciente y bien meditada.

Para empezar: lo siento, Ciudad de la Bahía no existe. Y lo que es peor, no estaba pensando en ninguna metrópoli determinada para describirla. Ni en ningún país, lugar o tiempo concretos. De hecho, me propuse como ejercicio de estilo intentar mencionar el menor número posible de marcas, objetos, instituciones o lugares reales que pudieran servir de referencia, inventándolos en ocasiones —furgoneta Sébax, restaurante Pizzo, premio Mortem, Superpol— y utilizando expresiones genéricas la mayor parte de las veces: Parque Central, Zoo Municipal, árbol, dinero, pistola…

¿Que por qué tanto esfuerzo? Más de lo mismo: militancia consciente. Personalmente me revientan los escritores que se dedican a describir con todo lujo de detalles los objetos que aparecen en sus novelas, venga o no venga a cuento. En esto, además, cada uno tiene sus vicios. Enid Blyton especificaba hasta la nausea cada migaja de pan que se metían entre pecho y espalda los famosos Cinco —a la hora de comer parecían diez—; a otros les da por contarnos que "los rododendros en flor, mecidos por el suave abrazo del mistral, se cernían amorosos sobre los arbustos mimosáceos" para decir que el viento movía los árboles; los hay expertos en coches, en armas, en aviones, en naranjas... Los especialistas en armamento son particularmente irritantes. ¡Hay tantas armas que describir!

«Rambu aferró con satisfacción los mandos del Black Phantom 727 (léase 7-2-7). Cuatro ametralladoras KillCom calibre 28 capaces de disparar ochocientos mil disparos por nanosegundo dotadas de auto-recarga Instant Replay™ y control de retroceso NoPlast (también ™, claro). Dos cañones FireDoom cargados cada uno de ellos con una batería completa de letales misiles DieDog tierra-aire, tierra-tierra y tierra-trágame, suficiente para arrasar por completo una ciudad del tamaño de Pittsburgh (imprescindible escoger siempre ciudades de nombre sonoro cuyo tamaño no conoce nadie). Con una feroz sonrisa elevó el morro en forma de tiburón de la poderosa aeronave haciendo desaparecer instantáneamente 80.000 litros de queroseno dentro de sus potentes motores BurnHell™ y se cernió sobre el enemigo. ¡Ahora se iban a enterar aquellos jodidos comunistas!»

¿Realmente aporta algo un párrafo como este? Incluso suponiendo que todos los detalles supuestamente técnicos que me he inventado fueran ciertos, quiero decir.

Que esa es otra. ¡Anda que no se les cuelan gazapos a todos esos listillos! Pistolas que disparan más balas de las que caben en la recámara del modelo descrito, vehículos diésel que se quedan sin gasolina… No se puede ser un experto en todo y tocando de oído es normal meter la pata de vez en cuando, o todo el rato. ¿Qué importa? Sólo se dan cuenta cuatro expertos y los demás quedan TAN impresionados…

Hay narraciones en las cuales los detalles más o menos técnicos proceden. Sería absurdo escribir una novela sobre abogados sin entender nada de leyes, sobre carreras automovilísticas sin tener conocimientos de mecánica o sobre política internacional sin mencionar países, gobernantes e instituciones. ¡Pero en muchos otros casos no es realmente necesario! Es más, a menudo tantos detalles estorban y no aportan nada a la trama. Y por favor no volvamos a lo de los Beatles y la ópera —ver artículo EL ARTE Y EL HARTO—. No estoy diciendo que TODAS las novelas tengan que renunciar al detallismo técnico en aras de la agilidad narrativa, sólo que muchas veces es cargante, exhibicionista e innecesario.

En Los Lobos de la Luna opté por la arriesgada decisión de no utilizar en ningún momento referencias locales o temporales concretas. Nunca se menciona en qué país viven los protagonistas y evito cuidadosamente todo detalle delator: moneda, moda, arquitectura o vehículos. Si tengo que hablar de dinero digo eso, dinero o billetes, en vez de euros o dólares. Aunque los nombres de muchos personajes tengan un aspecto más o menos anglosajón que parece dar a entender que estamos en Norteamérica —no puedo negar cierta colonización cultural, mi pseudónimo me delata—, lo cierto es que utilizo nombres y apellidos de todo tipo: irlandeses (O'Neal), españoles (Delgado, Alfredo), italianos (Carrera, Falconetti), griegos (Terapoulos), franceses (René), árabes (Aixa, Hassan), asiáticos… ¡Por ahí no vais a pillarme!

Hay quien opina que lo local es la escala de lo universal y que nada mejor que la descripción localista o barrial para que todo el mundo se sienta identificado. Yo no estoy de acuerdo. La forma de hablar, vestir o escupir de los macarras carabancheleros solo les representa a ellos; en otros sitios los chuloputas —¡perdón!, proxenetas— se expresan y comportan de manera diferente. Pero existen ciertos elementos comunes, a menudo suficientes para caracterizar un personaje, y yo he optado por centrarme en ellos antes que en los más específicos o comarcales, buscando la universalidad a través de lo general. Estoy seguro de que la mayor parte de la gente puede leer mi novela y no darse cuenta en absoluto de este pequeño trucaje que he empleado. Al fin y al cabo en todas partes hay políticos corruptos, jefes que ocultan su incompetencia gritando a sus subordinados, matones que en el fondo son unos cobardes y, en definitiva, gente que va a la suya sin preocuparse demasiado de lo que ocurra a los demás.

¿El resultado? Bueno, evidentemente un recorrido turístico por los lugares emblemáticos donde transcurre la acción de Los Lobos de la Luna no va a ser el destino de moda en las vacaciones 2008. ¡Qué pena! Los cien millones de turistas que contribuirán a arrasar el planeta este verano sólo contarán con tropecientas mil alternativas de ocio en lugar de tropecientas mil una.


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